Realmente, mis encuentros con Mariana y sus cuentos, su exposición del horror de lo cotidiano, lo verosimil y su entrelazamiento entre lo fantástico y lo palpable son siempre una experiencia emocionante.
Creo que en esta obra continua destacandose al sembrar imágenes visuales muy interesantes y oscuras, sobre todo cuando pone a jugar lo local; lo argentino y lo latinoamericano.
Algunos comentarios ineludibles: aparecen algunos errores en la edición, se repite la sobreexplicación de varios hechos y costumbres -calculo que a causa de su internacionalización- y los finales, en su mayoría, continúan sin ser su fuerte.
Para quienes de la autora lo hemos leído todo, este conjunto puede resultar un poco predecible, con muy poca novedad. Sin embargo, resulta un abánico de cuentos disfrutable en el que ciertas joyitas se roban la noche -lease, Metamorfosis, Ojos negros y Cementerio de heladeras-.
Veredicto final: obvio que lo recomiendo. Sobre todo, a quienes se estén iniciando en el terror local, a quienes no la hayan leído antes y a quienes gusten de volver a disfrutarla en formato cuento -post 20 relecturas de Las cosas que perdimos en el fuego-.